Un discípulo se encuentra con su maestro y le dice:
—Maestro, aparte de alimentarnos y dormir, ¿qué es lo otro imprescindible que uno debe hacer todos los días? ¿Adorar a los dioses y rendirles pleitesía? —
El maestro le responde:
—Hijo, los dioses seguirán tranquilos y felices si no te acuerdas de ellos, así que olvídate de ellos. Son dos las cosas imprescindibles, además de las que mencionas: cuidar tu cuerpo y enseñarle algo a alguien. Todo lo demás viene después.
Muchas veces creemos que la espiritualizad es algo trascendental y grandioso que depende de rituales solemnes, apreciar y agradecer las cosas simples de la vida nos devuelven a nuestra humanidad y en consecuencia nos hacer verdaderamente espirituales.
Ser espiritual no significa nada que esté alejado de nosotros, todo lo contrario, es lo que realmente somos.
Encuentra en las cosas simples de la vida el mensaje que tanto esperas, el lenguaje de la divinidad no es verbal, la creación está por todos lados, permite que te rodee con su amor y serenidad y serás bendecido con la paz que sobrepasa el entendimiento.
“El lenguaje de Dios es el silencio, todo lo demás es una mala traducción.”
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